Nada te turbe - Poema Santa Teresa de Ávila

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Nada te turbe,
Nada te espante,
Todo se pasa,
Dios no se muda.

La paciencia
Todo lo alcanza;
Quien a Dios tiene
Nada le falta: 
Sólo Dios basta.

Eleva el pensamiento,
Al cielo sube,
Por nada te acongojes,
Nada te turbe.

A Jesucristo sigue
Con pecho grande,
Y, venga lo que venga,
Nada te espante.

¿Ves la gloria del mundo
Es gloria vana;
Nada tiene de estable,
Todo se pasa.

Aspira a lo celeste,
Que siempre dura;
Fiel y rico en promesas,
Dios no se muda.

Ámala cual merece

Bondad inmensa; 
Pero no hay amor fino
Sin la paciencia.

Confianza y fe viva

Mantenga el alma,
Que quien cree y espera
Todo lo alcanza.

Del infierno acosado

Aunque se viere,
Burlará sus furores
Quien a Dios tiene.

Vénganle desamparos,
 
Cruces, desgracias; 
Siendo Dios su tesoro, 
Nada le falta.

Id, pues, bienes del mundo;
 
Id, dichas vanas; 
Aunque todo lo pierda,
Sólo Dios basta.

Catecismo - Introducción

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INTRODUCCIÓN

1.   El 11 de Octubre de 1992, el Papa Juan Pablo II entregaba a los fieles de todo el mundo elCatecismo de la Iglesia Católica, presentándolo como «texto de referencia»[1] para una catequesis renovada en las fuentes vivas de la fe. A treinta años de la apertura del Concilio Vaticano II (1962-1965), se cumplía de este modo felizmente el deseo expresado en 1985 por la Asamblea extraordinaria del Sínodo de los Obispos de que se compusiera un catecismo de toda la doctrina católica, tanto de la fe como de la moral.
Cinco años después, el 15 de Agosto de 1997, al promulgar la editio typica del Catechismus Ecclesiae Catholicae, el Sumo Pontífice confirmaba la finalidad fundamental de la obra: «Presentarse como una exposición completa e íntegra de la doctrina católica, que permite que todos conozcan lo que la Iglesia misma profesa, celebra, vive y ora en su vida diaria».[2]

2.   En orden a un mayor aprovechamiento de los valores del Catecismo y para responder a la petición del Congreso Catequético Internacional de 2002, Juan Pablo II instituía en 2003 una Comisión especial, presidida por mí, como Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, con el encargo de elaborar un Compendio del Catecismo de la Iglesia Católica, que recogiera una formulación más sintética de los mismos contenidos de la fe. Tras dos años de trabajo se preparó un proyecto de compendio, que fue enviado a consulta a los Cardenales y a los Presidentes de las Conferencias Episcopales. El proyecto, en su conjunto, obtuvo una valoración positiva por parte de la absoluta mayoría de cuantos respondieron. La Comisión, por tanto, procedió a la revisión del mencionado proyecto y, teniendo en cuenta las propuestas de mejora recibidas, redactó el texto final de la obra.

3.   Tres son las características principales del Compendio: la estrecha dependencia del Catecismo de la Iglesia Católica, el estilo dialogal y el uso de imágenes en la catequesis.

Ante todo, el Compendio no es una obra autónoma ni pretende de ningún modo sustituir alCatecismo de la Iglesia Católica: más bien remite a él constantemente, tanto con la puntual indicación de los números de referencia como con el continuo llamamiento a su estructura, desarrollo y contenidos. El Compendio, además, pretende despertar un renovado interés y aprecio por el Catecismo, que, con su sabiduría expositiva y unción espiritual, continua siendo el texto de base de la catequesis eclesial de hoy.
Como el Catecismo, también el Compendio se articula en cuatro partes, correspondientes a las leyes fundamentales de la vida en Cristo.

La primera parte, titulada «La profesión de la fe», contiene una oportuna síntesis de la lex credendi, es decir, de la fe profesada por la Iglesia Católica, tomada del Símbolo Apostólico, ulteriormente explicitado y detallado por el Símbolo Niceno-Constantinopolitano, cuya constante proclamación en la asamblea cristiana mantiene viva la memoria de las principales verdades de la fe.

La segunda parte, titulada «La celebración del misterio cristiano», presenta los elementos esenciales de la lex celebrandi. El anuncio del Evangelio encuentra, efectivamente, su respuesta privilegiada en la vida sacramental. En ella los fieles experimentan y dan testimonio en cada momento de su existencia, de la eficacia salvífica del misterio pascual, por medio del cual Cristo ha consumado la obra de nuestra redención.
La tercera parte, titulada «La vida en Cristo», presenta la lex vivendi, es decir, el compromiso que tienen los bautizados de manifestar en sus comportamientos y en sus decisiones éticas la fidelidad a la fe profesada y celebrada. Los fieles, en efecto, están llamados por el Señor Jesús a realizar las obras que se corresponden con su dignidad de hijos del Padre en la caridad del Espíritu Santo.

La cuarta parte, titulada «La oración cristiana», ofrece una síntesis de la lex orandi, es decir, de la vida de oración. A ejemplo de Jesús, modelo perfecto de orante, también el cristiano está llamado al diálogo con Dios en la oración, de la que es expresión privilegiada el Padre Nuestro, la oración que nos enseñó el mismo Jesús.

4.   Una segunda característica del Compendio es su forma dialogal, que recupera un antiguo género catequético basado en preguntas y respuestas. Se trata de volver a proponer un diálogo ideal entre el maestro y el discípulo, mediante una apremiante secuencia de preguntas, que implican al lector, invitándole a proseguir en el descubrimiento de aspectos siempre nuevos de la verdad de su fe. Este género ayuda también a abreviar notablemente el texto, reduciéndolo a lo esencial, y favoreciendo de este modo la asimilación y eventual memorización de los contenidos.

5.   Una tercera característica es la presencia de algunas imágenes, que acompañan a la articulación del Compendio. Provienen del riquísimo patrimonio de la iconografía cristiana. De la secular tradición conciliar aprendemos que también la imagen es predicación evangélica. Los artistas de todos los tiempos han ofrecido, para contemplación y asombro de los fieles, los hechos más sobresalientes del misterio de la salvación, presentándolo en el esplendor del color y la perfección de la belleza. Es éste un indicio de cómo hoy más que nunca, en la civilización de la imagen, la imagen sagrada puede expresar mucho más que la misma palabra, dada la gran eficacia de su dinamismo de comunicación y de transmisión del mensaje evangélico.

6.   Cuarenta años después de la conclusión del Concilio Vaticano II y en el año de la Eucaristía, elCompendio puede constituir un ulterior instrumento para satisfacer tanto el hambre de verdad de los fieles de toda edad y condición, como la necesidad de todos aquellos que, sin serlo, tienen sed de verdad y de justicia. Su publicación tendrá lugar en la Solemnidad de los Santos Apóstoles Pedro y Pablo, columnas de la Iglesia universal y evangelizadores ejemplares en el mundo antiguo. Estos apóstoles vieron lo que predicaron, y dieron testimonio de la verdad de Cristo hasta el martirio. Imitémosles en su impulso misionero, y roguemos al Señor para que la Iglesia siga siempre las enseñanzas de los Apóstoles, de quienes ha recibido el primer anuncio gozoso de la fe.
Domingo de Ramos, 20 de marzo de 2005.


Joseph Card. Ratzinger 
Presidente de la Comisión especial

Notas
[1]Juan Pablo II, Const. ap. Fidei depositum, 11 de octubre de 1992.
[2]Juan Pablo II, Carta ap. Laetamur magnopere, 15 de agosto de 1997.


Catecismo - «Motu Proprio»

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MOTU PROPRIO

para la aprobación y publicación
del Compendio
del Catecismo de la Iglesia Católica


A los Venerables Hermanos Cardenales, Patriarcas, Arzobispos, Obispos, Presbíteros, Diáconos y a todos los Miembros del Pueblo de Dios

Hace ya veinte años se iniciaba la preparación del Catecismo de la Iglesia Católica, a petición de la Asamblea extraordinaria del Sínodo de los Obispos, celebrada con ocasión del vigésimo aniversario de la clausura del Concilio Ecuménico Vaticano II.

Agradezco infinitamente a Dios Nuestro Señor el haber dado a la Iglesia este Catecismo, promulgado en 1992 por mi venerado y amado Predecesor, el Papa Juan Pablo II.

La gran utilidad y valor de este don han sido confirmados, ante todo, por la positiva y amplia acogida que el Catecismo ha tenido entre los obispos, a quienes se dirigía en primer lugar, como texto de referencia segura y auténtica para la enseñanza de la doctrina católica y, en particular, para la elaboración de catecismos locales. Pero una ulterior confirmación ha venido de la favorable y gran acogida dispensada al mismo por todos los sectores del Pueblo de Dios, que lo han podido conocer y apreciar en las más de cincuenta lenguas a las que, hasta el momento, ha sido traducido.

Ahora, con gran gozo, apruebo y promulgo el Compendio de este Catecismo.
Dicho Compendio había sido vivamente deseado por los participantes al Congreso Catequético Internacional de octubre de 2002, que se hacían así intérpretes de una exigencia muy extendida en la Iglesia. Acogiendo este deseo, mi difunto Predecesor decidió su preparación en febrero de 2003, confiando la redacción del mismo a una restringida Comisión de Cardenales, presidida por mí y ayudada por un grupo de expertos colaboradores. Durante el desarrollo de los trabajos, el proyecto de este Compendio fue sometido al juicio de los Eminentísimos Cardenales y los Presidentes de las Conferencias Episcopales, que en su inmensa mayoría lo han acogido y valorado favorablemente.

El Compendio, que ahora presento a la Iglesia Universal, es una síntesis fiel y segura delCatecismo de la Iglesia Católica. Contiene, de modo conciso, todos los elementos esenciales y fundamentales de la fe de la Iglesia, de manera tal que constituye, como deseaba mi Predecesor, una especie de vademécum, a través del cual las personas, creyentes o no, pueden abarcar con una sola mirada de conjunto el panorama completo de la fe católica.

El Compendio refleja fielmente, en su estructura, contenidos y lenguaje, el Catecismo de la Iglesia Católica, que podrá ser mejor conocido y comprendido gracias a la ayuda y estímulo de esta síntesis.
Entrego, por tanto, con confianza este Compendio, ante todo a la Iglesia entera y a cada cristiano en particular, para que, por medio de él, cada cual pueda encontrar, en este tercer milenio, nuevo impulso para renovar el compromiso de evangelización y educación de la fe que debe caracterizar a toda comunidad eclesial y a cada creyente en Cristo de cualquier edad y nación.

Pero este Compendio, por su brevedad, claridad e integridad, se dirige asimismo a toda persona que, viviendo en un mundo dispersivo y lleno de los más variados mensajes, quiera conocer el Camino de la Vida y la Verdad, entregado por Dios a la Iglesia de su Hijo.

Leyendo este valioso instrumento que es el Compendio, gracias especialmente a la intercesión de María Santísima, Madre de Cristo y de la Iglesia, puedan todos reconocer y acoger cada vez mejor la inagotable belleza, unicidad y actualidad del Don por excelencia que Dios ha hecho a la humanidad: Su Hijo único, Jesucristo, que es «el Camino, la Verdad y la Vida» (Jn 14, 6).

Dado en Roma, junto a San Pedro, el 28 de Junio de 2005, víspera de la Solemnidad de los Santos Apóstoles Pedro y Pablo, año primero de mi Pontificado.

Fuente original: El Vaticano

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CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA - Compendio

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CATECISMO  DE LA IGLESIA CATÓLICA - Compendio


PRIMERA PARTE - LA PROFESIÓN DE LA FE


Primera sección: «Creo» - «Creemos» 

Capítulo primero: El hombre es «capaz» de Dios

Capítulo segundo: Dios viene al encuentro del hombre
   La Revelación de Dios
   La transmisión de la divina Revelación
   La Sagrada Escritura 


Capítulo tercero: La respuesta del hombre a Dios
   Creo
   Creemos 


Segunda sección: La profesión de la fe cristiana 
El Credo 


Capítulo primero: Creo en Dios Padre 
   Los símbolos de la fe
   «Creo en Dios, Padre Todopoderoso, Creador del ciclo y de la tierra»
   El cielo y la tierra
   El hombre
   La caída 


Capítulo segundo: Creo en Jesucristo, Hijo único de Dios
   Creo en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor
   Jesucristo fue concebido por obra del Espíritu Santo y nació de santa María Virgen
   «Jesucristo padeció bajo el poder de Poncio Pilato. fue crucificado, muerto y sepultado»
   Jesucristo descendió a los infiernos, al tercer día resucitó de entre los muertos
   «Jesucristo subió a los cielos, y está sentado a la derecha de Dios, Padre todopoderoso»
   «Desde allí ha de venir a juzgar a vivos y muertos 


Capítulo tercero: «Creo en el Espíritu Santo» 
   «Creo en la Santa Iglesia Católica».
     La Iglesia en el designio de Dios
     La Iglesia: Pueblo de Dios, cuerpo de Cristo, templo del Espíritu Santo
     La Iglesia es una, santa, católica y apostólica
     Los fieles: jerarquía, laicos, vida consagrada

   «Creo en la comunión de los santos»
     María, Madre de Cristo, Madre de la Iglesia
   «Creo en el perdón de los pecados»
   «Creo en la resurrección de la carne»
   «Creo en la vida eterna»
   «Amén» 

SEGUNDA PARTE - LA CELEBRACIÓN DEL MISTERIO CRISTIANO 

Primera sección: La economía sacramental 

Capítulo primero: El Misterio pascua  en el tiempo de la Iglesia
   La Liturgia, obra de la Santísima Trinidad
   El Misterio pascual en los sacramentos de la Iglesia 


Capítulo segundo: La celebración sacramental del Misterio pascual 
   Celebrar la Liturgia de la Iglesia
     ¿Quién celebra?
     ¿Cómo celebrar?
     ¿Cuándo celebrar?
     ¿Dónde celebrar? 

   Diversidad litúrgica y unidad del misterio 


Segunda sección: Los siete Sacramentos de la Iglesia

Capítulo primero Los Sacramentos de la iniciación cristiana
   El Sacramento del Bautismo
   El Sacramento de la Confirmación
   El Sacramento de la Eucaristía 


Capítulo segundo: Los Sacramentos de curación 
   El Sacramento de la Penitencia y la Reconciliación
   El Sacramento de la Unción de los Enfermos 


Capítulo tercero: Los Sacramentos al servicio de la comunión y de la misión
   El Sacramento del Orden
   El Sacramento del Matrimonio


Capítulo cuarto: Otras celebraciones litúrgicas
   Los sacramentales
   Las exequias cristianas


TERCERA PARTE - LA VIDA EN CRISTO

Primera sección: La vocación del hombre: La vida en el Espíritu 

Capítulo primero: La dignidad de la persona humana
   El hombre, imagen de Dios
   Nuestra vocación a la bienaventuranza
   La libertad del hombre
   La moralidad de las pasiones
   La conciencia moral
   Las virtudes
   El pecado 


Capítulo segundo: La comunidad humana
   La persona y la sociedad
   La participación en la vida social
   La justicia social 


Capítulo tercero: La salvación de Dios: la ley y la gracia
   La ley moral
   Gracia y justificación
   La Iglesia, Madre y Maestra 


Segunda sección: Los diez Mandamientos
Los diez Mandamientos 


Capítulo primero: «Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas»
   Primer Mandamiento: Yo soy el Señor tu Dios. Amarás a Dios sobre todas las cosas
   Segundo Mandamiento: No tomarás el Nombre de Dios en vano
   Tercer Mandamiento: Santificarás las fiestas 


Capítulo segundo:«Amarás a tu prójimo como a ti mismo» 
   Cuarto Mandamiento: Honrarás a tu padre y a tu madre
   Quinto Mandamiento: No matarás
   Sexto Mandamiento: No cometerás actos impuros
   Séptimo Mandamiento: No robarás
   Octavo Mandamiento: No darás falso testimonio ni mentirás
   Noveno Mandamiento: No consentirás pensamientos ni deseos impuros
   Décimo Mandamiento: No codiciarás los bienes ajenos


CUARTA PARTE - LA ORACIÓN CRISTIANA 

Primera sección: La oración en la vida cristiana 

Capítulo primero: La revelación de la oración
   La revelación de la oración en el Antiguo Testamento
   La oración es plenamente revelada y realizada en Jesús
   La oración en el tiempo de la Iglesia 


Capítulo segundo: La tradición de la oración 
   Fuentes de la oración
   El camino de la oración
   Maestros de oración


Capítulo tercero: La vida de oración 
   Las expresiones de la oración
   El combate de la oración


Segunda sección: La oración del Señor: «Padre nuestro»
El Padre nuestro 
   «La síntesis de todo el Evangelio»
   «Padre nuestro que estás en el cielo»
   Las siete Peticiones


APÉNDICE
Oraciones comunes
Fórmulas de Doctrina católica
ABREVIATURAS BÍBLICAS



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